sábado, 28 de enero de 2012

DOCTOR ALIRIO LOMELLI VERDE. CARACHE CUICAS 1922


ALIRIO LOMELLI VERDE

Dr. Alirio Lomelli con su esposa
Dr. Pedro Emilio Carrillo    
Médicos Trujillano   1974:
  El 15 de Febrero de 1.970 en horas de la tarde, cuando comenzaba de declinar el bullicio de la conmemoración el Día Sesquicentenario de Valera, para dar inicio a los festejos populares de la noche, nos trasmitió la Radio la desconcertante noticia, que conmovió a todo el gremio médico trujillano, de que el Dr. Alirio Lomelli acababa de fallecer, quitándose la vida por sus propias manos. De inmediato nos trasladamos a Trujillo en compañía de otros colegas. Allí supimos con detalle los pormenores de la tragedia: al manipular un rifle 22, en la parte posterior del parque que rodea su casa, en presencia de su esposa y el segundo de sus hijos, el arma se disparó accidentalmente hirieron de muerte en el cráneo a la primera. Cuando aterrado la vio caer  corrió enloquecido, volvió el arma contra sí apoyando la punta del cañón sobre la sien derecha, disparando dos veces; los proyectiles salieron por la región perietooccidental y produjeron la muerte en forma instantánea.
                La señora Lomelli fue trasladada con la urgencia del caso al Hospital “José Gregorio Hernández”, dejando de existir dos horas después.
                Las exequias del destacado profesional constituyeron una masiva y espontánea manifestación que puso de relieve el alto aprecio que en todos los estratos sociales se profesaba al humanitario médico desaparecido.
                Yo tuve la oportunidad de conocer muy de cerca al Dr. Lomelli verde; una antigua amistad me ha ligado desde muy atrás a su padre el Dr. Andrés Lomelli Rosario, hombre de actitudes espartanas, de integridad y rectitud ciclópeas; cuando comenzaba a brillar en su carrera de leyes; y el tiempo y las distancias nunca han enfriado nuestro mutuo aprecio.
                Alirio fue mi discípulo en los dos primeros años de bachillerato, ya entonces se perfilaba el hombre ansioso de conocimientos, dotado de fuerza creadora y viva curiosidad, devoto de la filosofía, la historia y las ciencias experimentales.
                Años más tarde el discípulo se transformó en colega, y no obstante que él se empeñaba en tratarme como a su antiguo maestro, nuestras relaciones fueron muy cordiales. A menudo me refería pacientes, haciéndolo con abundancia de datos certeros y ágiles detalles que ponían de manifiesto al clínico erudito y sagaz; otras me hacía paripé, ya por escrito o en largas charlas, de sus inquietudes sociales y humanas.
                En Septiembre de 1.966, para ser exacto la noche del 2 de ese mes, cuando nos encontrábamos en una sesión d trabajo del Hospital de Valera, nos sorprendió la intempestiva llegada del Dr. Lomelli, quien se había auto diagnosticado un Absceso Hepático y venía para que los interviniéramos. Confirmado el diagnóstico con los exámenes correspondientes, nos pareció tan grave el caso que lo operamos esa misma noche, drenando 980 cc. De contenido, que al examen microscópico resultó positivo en Amiba Histolìtica. Tuvo un post-operatorio turbulento y como alguien nos informara que después de sus largas y penosas prisiones había quedado con un desequilibrio emocional grave, dispusimos, temerosos de que el doloroso post-operatorio produjera un estado depresivo, administrarle cualquier calmante poderoso que se hiciera necesario, pero nuestra sorpresa fue grande cuando nos rogó no le administráramos sedativo alguno, rechazando de plano aún los tranquilizantes más suaves durante los 8 días que permaneció en el hospital.
                En un artículo publicado pocos días después de su muerte, Mario Briceño Perozo, lo llamó Joven Sabio Trujillano, y tuvo razón, Alirio Lomelli fue un apasionado por todo lo que significara ciencia, poseía una amplia cultura y una insaciable sed de conocimiento.
                Fue un apasionado por la investigación pero no llegó a brillar, pues absorbido en sus experimentos, ni siquiera salía de su casa, encontrándose materialmente prisionero dentro de sus paredes, olvidándose a menudo de su numerosa clientela que lo esperaba pacientemente.
                Nació el 20 de Marzo de 1.922 en Cuicas, Distrito Carache, segundo hijo del matrimonio de Dr. Andrés Lomelli Rosario y la honorable matrona Doña Amelia Verde. Siendo muy niño, sus padres se residenciaron en la ciudad de Trujillo, allí estudió primaria en la Escuela Cristóbal Mendoza, y bachillerato en el Colegio Federal de Trujillo, terminándolo a los 16 años.
                Inició sus estudios de Medicina en la Universidad de los Andes cursando el primer año, trasladándose luego a Carache, donde realizó el resto de su carrera en la Universidad Central, en donde se graduó de Doctor en Ciencias Médicas el 8 de Octubre de 1.945 a los 23 años de edad.
                Su primera actuación profesional fue la de Médico Rural de La Quebrada, capital del Distrito Urdaneta. Fue allí donde contempló en sus imponderables dimensiones el drama que vive nuestro desposeído campesino, entre las peñas calvas, erosionadas por la acción prolongada de las quemas de aquel desolado aunque bello Distrito; allí apareció ante sus ojos el panorama de angustia, hambre y miseria de aquellos hombres marginados que dejan sus tierras para venir en engrosar los cinturones de miseria de las ciudades con recursos. Desde entonces su causa fue la de la redención de estos desheredados.        
                Comenzó a distinguirse como médico humanitario y sabio, trabajaba afanosamente y en sus horas libres estudiaba con ansia.
                Su labor obtuvo resonancia y el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y el Ejecutivo del Estado Trujillo lo pusieron al frente de la campaña anti-leprosa (1.947-49) desarrollando un formidable trabajo en toda la extensión del Estado, tarea que mereció el reconocimiento de las Autoridades Sanitarias Nacionales y de la colectividad trujillana. Anduvo por todos los rincones del Estado y levantó el primer censo completo de leprosos en Trujillo.
                Luego de haber hecho un entrenamiento intenso y un curso de enfermedades de la piel, la Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología lo designo su miembro correspondiente, otorgándole el diploma respectivo el 15 de Junio de 1.948. En la misma época concurrió como delegado Venezolano, en compañía del Dr. Jacinto Convit, al Congreso de Dermatología que se reunió en la Habana.
                Pero sus labores se vieron pronto vulneradas. No se avino con las intromisiones de la dictadura, protestó con entereza y la tristemente célebre Seguridad Nacional, se encargó de silenciar su rebeldía con torturas y prisiones. Durante una de éstas, el Dr. Manuel de Jesús Chuecos y yo, fuimos comisionados por el Colegio de Médicos del Estado Trujillo para visitarlo, conocer su estado de salud u suministrarle los recursos que necesitare. La entrevista se llevó a efecto, luego, de algunos trámites, en presencia del jefe de la Seguridad en Trujillo, y Lomelli se mostró durante la misma con gran serenidad, yo diría con un poco de arrogancia ante sus guardianes, hablándonos sin reserva, y con gran desenvoltura; su aspecto físico era bastante bueno, agradeció mucho las gestiones del Colegio y se despidió de nosotros con su característica cordialidad.
                Una vez libertado rehusó todo cargo público, se dedicó en adelante al ejercicio de su especialidad logrando una numerosa clientela.
                Casó por primera vez con la señorita Hortensia González y del matrimonio nacieron dos hijas, Minerva e Higia; este matrimonio se disolvió.
                Más tarde contrajo nupcias con la señorita Ana Baptista, la víctima del fatal accidente que segó la vida de ambos. De este segundo matrimonio quedaron cuarto hijos: Alirio, Alexis, Iván y Gilmer.
                En su refugio de “Las Araujas” discurrieron sus últimos años de actividad, en un mundo aislado, pero rico en faenas del espíritu, repartió el tiempo entre experimentos, familia y clientes.
                La tragedia conmovió a Trujillo la noche del 15 de Febrero tuvo particularidades especiales, que la hicieron aún más impresionante. Los hijos del matrimonio Lomelli Verde, que viven en distintas partes del país, se habían congregado ese día con sus padres en Barquisimeto con el fin de planificar la celebración de las Bodas de Oro del casamiento, que se cumpliría en el mes de Mayo siguiente, Alirio y su esposa no concurrieron, pero autorizaron a uno de sus hermanos para que diera su aprobación a cuanto allí se dispusiera. Ya al atardecer cuando regresaban sus padres, ajenos por completo a cuanto acababa de suceder, extrañaron la multitud congregada a las puertas de la casa de su hijo, situada al lado de la suya. Los ataúdes con sendos cadáveres, la presencia de los hijos tiernos, el mayor de los cuales (11 años) reclamaba el segundo por qué no había quitado a su padre el rifle cuando iba a matarse, lo gris de aquella noche, todo convergió para producir un cuadro de patetismo inenarrable y turbador.
                La muerte de Alirio Lomelli, constituyó una gran pérdida en el seno del gremio médico trujillano.
           


Investigación: Dr. Pedro Emilio Carrillo
Fuentes Consultada por Carrillo: Cronista de Carache José Juan Rodríguez
Valera 1973 Publicación: Médicos Trujillanos Valera 1974
Compilación :Lic Cesar Pernalete & Carlos E Rodríguez Arrieche 2012

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